¿Qué hay de nuevo?
Imagen de apoyo.
Hace algunos días tuve un maravilloso sueño, me encontraba haciendo una visita al cielo, precisamente cuando estaba por terminar el año.
Un ángel me guiaba por los diferentes pasillos y me mostraba como los demás ángeles trabajaban recepcionando y organizando todas las peticiones enviadas desde la tierra.
Al llegar a la oficina de recepción, el ángel guía le pregunto a otro ángel ¿Qué hay de nuevo? Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad, trabajo, dinero… contesto el ángel de esa oficina.
Yo escuchaba atento y pensé, bueno, todas esas son cosas muy importantes, pero de inmediato el ángel guía me dijo: Lo que pasa es que hace siglos que estoy escuchando los mismos pedidos y aunque el tiempo pasa los hombres no parecen comprender que esas cosas nunca van a llegar desde el cielo, como un regalo.
Sorprendido le pregunte ¿y entonces, cuales son los regalos del cielo?
El ángel me susurro al oído un mensaje y luego continuamos el recorrido por las diferentes oficinas en el cielo. El ángel me explicaba el trabajo que hacían los ángeles en la mañana, tarde y noche en cada oficina, prácticamente no descansaban, pero me llamo la atención un ángel que estaba en una oficina sentado como si estuviera esperando algo y entonces pregunte: ¿Y este ángel porque está ahí sentado y no trabajando como los demás?
El ángel bajo la cabeza y una lagrima se deslizo por su mejilla, y me respondió: Todo el tiempo está ahí y es muy poco el trabajo que tiene, esa es la oficina donde se recepcionan los agradecimientos y como te podrás dar cuenta, son pocos los que llegan.
Se me hizo un nudo en la garganta y ya casi se escuchaban las doce campanadas indicando que el año estaba por terminar, entonces le pregunte al ángel: ¿Qué puedo hacer para que la gente sea más agradecida?
Fue en ese instante que desperté, pero el mensaje quedo claro. Ahora que está por comenzar un nuevo año, empecemos a recrear un mundo distinto, un mundo mejor, sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres.
Unamos nuestras manos y formemos una cadena humana de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que un calor va pasando de un cuerpo a otro, el calor del amor, el calor que tanta falta nos hace.
Si queremos, podemos conseguirlo, y si no lo hacemos estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad, ahhh y pongámosle trabajo a aquel ángel, no olvidemos dar siempre gracias por todo lo recibido.