LA TRAGEDIA DEL 31 DE MARZO DE 1983
Por: Hemberth Javith Paz Gómez
Popayán está signada por los terremotos, las descargas eléctricas, las niguas y la polilla.
Estos elementos de la naturaleza han causado tragedias y asolado a los habitantes de Popayán por todos los años de su existencia, aunque se acabaron las niguas que influían en la salubridad pública de los patojos, de ahí esta denominación, porque payanés que se respetara tenía niguas.
El próximo sábado se cumplen 35 años del fatídico sismo que un jueves 31 de marzo de 1983 a las 8:15 de la mañana a quienes ya trabajábamos, nos sorprendió y aterrorizó y a quienes dormían los levantó bruscamente y varios no pudieron hacerlo, al morir bajo escombros de iglesias, edificios y casas. Los cadáveres se salieron de sus tumbas y más de 250 personas no pasaron de esa Semana Santa a la otra.
La ciudad colonial se destruyó en un 70% y alrededores como Julumito, Puelenje, Samanga, Pisojé, Calibío y otros, fueron violentamente sacudidos y parcialmente asolados.
Hoy Popayán se mece en un terremoto social como lo anunciamos a poco de haber ocurrido el físico de hace 35 años. Recordamos la reconstrucción a ritmo de salsa, el Banco Central Hipotecario y los créditos de emergencia, la falta de gobernantes idóneos y consecuentes con la tragedia para afrontarla debidamente.
Luego del sismo, vivimos una Popayán desordenada, sin planeación ni planificación donde se ha perdido la conformación de manzanas en cuadrículas alrededor del parque Caldas destruyéndose el “Estilo Popayán” que desde la colonia caracterizaba a esta ciudad haciéndola más atractiva que hoy.
Sumamos 35 años perdidos en desarrollo urbano planificado, soluciones sociales y ordenamiento territorial. Registramos una desmesurada explosión demográfica de misérrimos pobladores, congestión vehicular, invasiones, dinero de narcotráfico y muchas construcciones. Notamos la fuga de verdaderos payaneses que habrían podido hacer de esta, una mejor ciudad, canalizando debidamente la población que nos llegó, imponiendo orden y sentando autoridad como verdaderos padres que aman a sus hijos. Los advenedizos no la sienten como su ciudad.
Este 31 de Marzo no deja ver sino problemas de índole urbanístico, social, político y cultural en Popayán pero sobre estos retos se puede construir una ciudad más notable, donde se viva con bienestar y no con las incomodidades que nos angustian día a día, solo que no vemos los hombres o mujeres que saquen de su estancamiento administrativo a Popayán.
Ahí está latente un resultado de la incapacidad, negligencia e irresponsabilidad de nuestros gobernantes, como por ejemplo, el centro comercial “Anarcos”, producto del sismo social y prevaricador.
Retomemos las palabras de Belisario Betancur cuando el día del terremoto nos visitó y dijo: “Popayán se levantará como el Ave Fénix”, solo que aún no vemos quien la atrapará y hará volar de nuevo como en la fábula griega.
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