EL DOSSIER - Nuestros políticos gozan de muy mala fama
Por: Jaime Di Capote Rivera.
Imagen de apoyo.
Nuestros políticos gozan de muy mala fama desde hace mucho. Tan mala que lo que cabe preguntarse es por qué quieren serlo.
Muchos no tienen las simpatías ni la admiración de nadie, eso sí, quitando a los militantes ciegos de cada partido.
Se los culpa de todos los males, reciben insultos constantes de sus rivales y últimamente también de la ciudadanía; se los acusa de corruptos con excesiva frecuencia; se los percibe como a personas vagas o incompetentes, inclusive de malvados, se les reprocha procurar su propio beneficio o el de sus partidos y casi nunca el de sus gobernados.
Trae tantos sinsabores ser hoy político que uno no entiende cómo es que hay tantos aspirantes a los cargos por elección popular.
A mi modo de ver la política hay cinco clases de aspirantes:
1) Los mediocres que nunca podrían hacer carrera ni tener un sueldo, si no fuera en un medio tan poco exigente como la política.
2) Los que ven un modo de enriquecerse.
3) Los que sólo ansían tener poder, es decir, mandar y que la gente les pida favores; tener potestad para denegar o dar y salir en los medios de comunicación; mejor dicho, ser "alguien".
4) Los fanáticos de sus ideas o metas que sólo aspiran a imponerlas.
5) Los que tienen verdadera vocación política, con espíritu de servicio, buena fe y ganas de ser útiles a la comunidad y de mejorarle las condiciones de vida, de libertad y de justicia.
*No hace falta decir que, de estos cinco, el único que merece respeto, vale la pena y resulta beneficioso y necesario es el quinto, que quizá por eso sea el menos nutrido.
Lo llamativo es que los votantes no parecen saber distinguir a los pertenecientes del uno al cuatro, dado que estos fingen y engañan, copian y adoptan las maneras y los discursos de los del quinto, se presentan invariablemente como personas desinteresadas y abnegadas.
Si en cada contienda electoral nos cambiaran las caras, podría entenderse que les diéramos siempre un voto de confianza y ya.
Fingir es difícil y cansa, y el zafio, el oportunista, el tonto, el bruto, el aprovechado, el ladino, el ladrón, el engreído, el fanático, el déspota, todos acaban por parecer lo que son, y sin tardar mucho.
¿Cómo es que no sabemos distinguir a los del número quinto, porque si los hay, y como es que no eliminamos poco a poco a los del uno al cuatro?
Ahhh pero lo que si es que no debemos descalificarlos a todos, solo saber con nombres y apellidos, la enorme cantidad de mediocres, codiciosos, corruptos, fanáticos y engreídos que se han hecho con tanto poder en Popayán.
Hasta la próxima… Dios les bendiga.